Imagen: Macacos rhesus, experimentación animal | Robbie Ross (pixabay)
La vacuna contra el coronavirus de la Universidad de Oxford “reduce la carga viral” en monos
Según un nuevo estudio, la vacuna contra el coronavirus llevada a cabo por la Universidad de Oxford, mostró signos prometedores cuando se probó en un pequeño número de primates. Seis macacos rhesus -o Macaca mulatta-, recibieron la mitad de la dosis de la vacuna que actualmente se está probando en humanos. Y según los informes preliminares -que aún no han sido revisados-, una sola dosis de vacunación es efectiva para prevenir el daño en los pulmones de los animales y otros órganos que pueden ser gravemente afectados por el Covid-19.
La vacuna, también probada en ratones, mostró que algunos de los animales desarrollaron anticuerpos contra el coronavirus dentro de los 14 días posteriores a la vacunación, y todos mostraron evidencia de anticuerpos durante los 28 días posteriores.
Los expertos dicen que el resultado de la vacuna es «muy alentador», sin embargo, los efectos no pueden ser los mismos en humanos
Los resultados son prometedores para los científicos que actualmente están realizando ensayos en humanos. Sin embargo, los expertos han advertido que los efectos en los animales pueden no ser los mismos para las personas.
Stephen Evans, profesor de farmacoepidemiología en la School of Hygiene and Tropical Medicine de Londres, dijo que los resultados son buenas noticias, y agregó: «el hallazgo más importante para mí es la combinación de una eficacia considerable en términos de carga viral y neumonía posterior, pero no hay evidencia de enfermedad inmuno-potenciada». Este último ha sido una preocupación para la realización de las vacunas en general, por ejemplo, con las vacunas contra el virus sincitial respiratorio (VSR) y para las vacunas contra el SARS. «Esta fue una preocupación teórica para una vacuna contra el SARS Cov-2 y no encontrar evidencia de ello en este estudio es muy alentador» dijo Evans.
Agregó que no se sabía si los ensayos en los macacos se traducirían en humanos, pero que «es alentador ver estos resultados» y sugiere un optimismo cauteloso para el ensayo de la vacuna de la Universidad de Oxford que se realizará en humanos.
¿En qué consiste el ensayo de la vacuna de la Universidad de Oxford?
El equipo de la Universidad de Oxford comenzó a desarrollar esta vacuna en enero, y realizó pruebas en humanos el mes pasado utilizando un virus del resfriado común de chimpancés para estimular el sistema inmunológico.
El virus que causa el Covid-19 tiene una capa externa de picos de proteínas, estos picos son los que se unen a las proteínas en las células respiratorias humanas, permitiendo que el virus ingrese e infecte. La vacuna de Oxford es transportada por un vector que se ha creado a partir de un virus que afecta a los chimpancés, llamado adenovirus. Este vector contiene el código genético de los picos de proteínas que se encuentran en el coronavirus y solo una dosis genera una fuerte respuesta inmune en el cuerpo.
El vector en sí mismo no es capaz de replicarse, por lo que no puede causar una infección continua en el individuo vacunado. Pese al riesgo, el equipo encargado del ensayo de la vacuna elaborada en la Universidad de Oxford asegura que: «Los vectores adenovirales para chimpancés son un tipo de vacuna muy bien estudiada, que se ha utilizado de forma segura en miles de sujetos de todas las edades, y con más de 10 enfermedades diferentes».
La experimentación animal no es efectiva ni justificable
A pesar de que los expertos advirtieron que la vacuna contra el Covid-19 de la Universidad de Oxford podría no tener los mismos resultados en las personas, continuaron con las pruebas en los macacos.
Como aseguran desde Cruelty Free International «el uso de los animales en los experimentos no solo es cruel, sino que a menudo es ineficaz». Los animales no contraen muchas de las enfermedades que padecen los humanos, como los principales tipos de enfermedades cardíacas, muchos tipos de cáncer, VIH, enfermedad de Parkinson o esquizofrenia. En cambio, los signos de estas enfermedades son inducidos artificialmente en animales en laboratorios en un intento de imitar la enfermedad humana.
La organización añade que: «Tales experimentos menosprecian la complejidad de las condiciones humanas que se ven afectadas por variables de gran alcance como la genética, factores socioeconómicos, problemas psicológicos profundamente arraigados y diferentes experiencias personales».
No es sorprendente encontrar que los tratamientos que muestran ‘esperanza’ en animales, rara vez funcionan en humanos. No solo se está desperdiciando el tiempo, el dinero y la vida de los animales -con una gran cantidad de sufrimiento-, sino que se están descartando por error los tratamientos efectivos y se pone en peligro la vida de las personas.
Algunos datos de un estudio realizado por Cruelty Free International:
- El 90% de los medicamentos fracasan en ensayos en humanos a pesar de resultados prometedores en pruebas con animales, ya sea por motivos de seguridad o porque no funcionan.
- Un análisis de más de 100 tipos de células de ratón descubrió que solo el 50% del ADN responsable de la regulación de genes en ratones podría coincidir con el ADN humano.
- Las especies de monos más comúnmente utilizadas para evaluar la seguridad de los medicamentos –macaco cangrejero, Macaca fascicularis– son resistentes a las dosis de paracetamol (acetaminofeno) que serían mortales en los humanos.
- Debido a las muchas diferencias importantes entre los monos y los humanos en la estructura y función del cerebro, un análisis reciente encontró que los datos recopilados de los monos utilizados en la investigación en neurociencia son engañosos y de poca relevancia para las personas.
- Se descubrió que Vioxx, un medicamento utilizado para tratar la artritis, es seguro cuando se prueba en monos -y otras cinco especies animales-, pero se estima que causó alrededor de 320.000 ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares y 140.000 muertes en todo el mundo.
- Un ensayo clínico del medicamento Fialuridina, contra la hepatitis B tuvo que suspenderse porque causó daño hepático severo en siete pacientes, cinco de los cuales murieron. Había sido probado en animales primero.
We join nearly 100 experts & scientists worldwide in signing an open letter to @WHO, funding bodies & regulators calling for experimentación animal emphasis & support for non-animal research methods to help the discovery of vaccines and treatments for #COVID-19 experimentación animal https://t.co/Q74Vztq6g1 pic.twitter.com/G2we9TIObN
— Cruelty Free International (@CrueltyFreeIntl) May 14, 2020